Pocos podrán decir que han vivido lo que nos pasó a nosotros aquella vez que salimos a dar un paseo de fin de semana a la capital. Llegamos por la mañana al centro de la ciudad y nos dirigimos a desayunar unas ricas tostadas con un delicioso café bombón. Todo estaba transcurriendo muy bien, la mañana estaba fresquita y se agradecía después de unos días muy calurosos. Cuando íbamos paseando por la zona más cotizada y más emblemática de la ciudad, dos muchachos a la carrera me agarraron del bolso y me dieron un enorme tirón, fue tan grande que me tiró al suelo y me dañé la rodilla. Acabaron llevándose el bolso con todo lo que tenía dentro que como podéis imaginar era todo, la cartera con las tarjetas, el dinero en metálico, las gafas, las llaves, el teléfono y todo lo que solemos llevar las mujeres en el bolso.
Inmediatamente nos dirigimos a la comisaría a poner la pertinente denuncia aunque no tenía ninguna esperanza de recuperar nada. Así que ante tal panorama nos dispusimos a volvernos a casa porque ya se nos había aguado la fiesta y ya nos apetecía quedarnos por allí. Nos fuimos a por el coche y nos encaminamos a casa de muy mal humor. Cuál fue nuestra sorpresa cuando al llegar a la salida de la ciudad pinchamos. Otro inconveniente que sumar a la lista del día más desastroso. Cambiamos la rueda por la de repuesto con la idea de buscar en http://www.buscardesguaces.es/ el desguace más próximo para reponer la rueda que habíamos cambiado.
Imaginaos cuando llegamos a casa y nos pusimos a analizar todo lo que nos había pasado en ese día, al final no me quedó otra nada más que arrancar a llorar de la impotencia, por la pérdida de mi bolso y de todas las cosas que llevaba en él, ya no por el valor económico de lo que se habían llevado, más bien por el valor sentimental de algunas de las cosas que llevaba en mi cartera y de las pequeñas cosas que iban en el bolso como unos pendientes a los que les tenía mucho cariño por ser un regalo de mi abuela ya fallecida. Supongo que todo lo que no tienen valor para los ladrones acabará en algún contenedor y lo demás será vendido en algún compro oro. Una verdadera pena que me acompañará siempre.